Desde el año 2019 y a raíz del descubrimiento del COVID-19, la transmisión sostenida en todos los países del mundo dio como resultado la pandemia en la que vivimos aún hoy en día. Es necesario saber que, aunque ya se tengan algunas vacunas en uso, el virus se transmite y muta más rápido de lo que las personas se vacunan, haciendo que tengamos que seguir viviendo con las medidas de seguridad ya pre establecidas, y que también aprendamos a vivir la llamada “nueva normalidad”, ya que seguramente a la larga éste será un virus más con el que tendremos que convivir.
Aprender a vivir en la nueva normalidad trata de traer un poco de nuestra vida antes del COVID-19, retomando actividades cotidianas como escuela, trabajo, convivencia familiar, con amigos, actividades recreativas, entre otras, pero tomando las medidas de seguridad necesarias para prevenir la propagación de contagios, reforzando las medidas que ya conocemos, como el uso de mascarillas y el distanciamiento de más de 1 metro, por un tiempo indefinido, acostumbrándonos a que el cumplimiento de estas normas mientras realizamos nuestras actividades cotidianas es nuestra “nueva normalidad”, evitando así los contagios y protegiendo a los más vulnerables.
Para lograr esto y que logremos adaptarnos de la mejor manera, es necesario además generar cambios en nuestros hábitos y costumbres para así tener una vida mucho más saludable que incluya una alimentación correcta y actividad física diaria. Estos cambios de hábito nos ayudarán a prevenir enfermedades crónicas degenerativas, el sobrepeso y la obesidad, o para controlar condiciones preexistentes si se tienen. El beneficio de estos cambios, además de mejorar la salud general, tiene que ver con la reducción de la mortalidad en caso de adquirir COVID-19, ya que se demostró que estas enfermedades complican de manera considerable los casos de COVID-19.
Por lo tanto, la “nueva normalidad” no solo consiste en aplicar medidas preventivas y de higiene en nuestro día a día, sino además adquirir hábitos saludables que nos ayuden a mejorar nuestra salud de manera integral. Es necesario llevar estos nuevos hábitos de higiene no solo a nuestros hogares sino a todos los entornos en donde hacemos vida (como la escuela y el trabajo), y tener siempre presentes los hábitos de alimentación saludable y actividad física.
La posibilidad de que haya nuevos casos y nuevos contagios siempre estará presente, y es muy posible de que suceda, sin embargo la participación activa de todos los actores sociales, públicos y privados para llevar a cabo las medidas de seguridad puede garantizar que tengamos las condiciones posibles para que sea contengan los contagios y se evite un problema de graves consecuencias para la salud.
En este sentido, las personas podrían creer que al regresar a nuestras actividades diarias significa que “estamos saliendo de la pandemia”, pero más alejado de eso significa que tratamos de volver a una cotidianidad, que “estamos saliendo con la pandemia”.
Es de suma importancia que para el regreso a esta “nueva normalidad” se aumenten las medidas de seguridad, contribuyendo a que sean medidas preventivas eficaces, y que representen una verdadera barrera, tanto con los individuos, la familia, la comunidad, como en los entornos en los que se desenvuelven día a día.
Aprender a vivir de forma distinta a la que acostumbramos no es tarea fácil, y aun al hacerlo estamos exponiendonos si no tomamos las medidas de seguridad necesarias, siendo el principal reto de esta nueva normalidad: NO tener un nuevo pico epidémico. Pero regresar a nuestras actividades cotidianas es necesario, y hacerlo de forma responsable y segura es nuestro deber.
Desde el año 2019 y a raíz del descubrimiento del COVID-19, la transmisión sostenida en todos los países del mundo dio como resultado la pandemia en la que vivimos aún hoy en día. Es necesario saber que, aunque ya se tengan algunas vacunas en uso, el virus se transmite y muta más rápido de lo que las personas se vacunan, haciendo que tengamos que seguir viviendo con las medidas de seguridad ya pre establecidas, y que también aprendamos a vivir la llamada “nueva normalidad”, ya que seguramente a la larga éste será un virus más con el que tendremos que convivir.
Aprender a vivir en la nueva normalidad trata de traer un poco de nuestra vida antes del COVID-19, retomando actividades cotidianas como escuela, trabajo, convivencia familiar, con amigos, actividades recreativas, entre otras, pero tomando las medidas de seguridad necesarias para prevenir la propagación de contagios, reforzando las medidas que ya conocemos, como el uso de mascarillas y el distanciamiento de más de 1 metro, por un tiempo indefinido, acostumbrándonos a que el cumplimiento de estas normas mientras realizamos nuestras actividades cotidianas es nuestra “nueva normalidad”, evitando así los contagios y protegiendo a los más vulnerables.
Para lograr esto y que logremos adaptarnos de la mejor manera, es necesario además generar cambios en nuestros hábitos y costumbres para así tener una vida mucho más saludable que incluya una alimentación correcta y actividad física diaria. Estos cambios de hábito nos ayudarán a prevenir enfermedades crónicas degenerativas, el sobrepeso y la obesidad, o para controlar condiciones preexistentes si se tienen. El beneficio de estos cambios, además de mejorar la salud general, tiene que ver con la reducción de la mortalidad en caso de adquirir COVID-19, ya que se demostró que estas enfermedades complican de manera considerable los casos de COVID-19.
Por lo tanto, la “nueva normalidad” no solo consiste en aplicar medidas preventivas y de higiene en nuestro día a día, sino además adquirir hábitos saludables que nos ayuden a mejorar nuestra salud de manera integral. Es necesario llevar estos nuevos hábitos de higiene no solo a nuestros hogares sino a todos los entornos en donde hacemos vida (como la escuela y el trabajo), y tener siempre presentes los hábitos de alimentación saludable y actividad física.
La posibilidad de que haya nuevos casos y nuevos contagios siempre estará presente, y es muy posible de que suceda, sin embargo la participación activa de todos los actores sociales, públicos y privados para llevar a cabo las medidas de seguridad puede garantizar que tengamos las condiciones posibles para que sea contengan los contagios y se evite un problema de graves consecuencias para la salud.
En este sentido, las personas podrían creer que al regresar a nuestras actividades diarias significa que “estamos saliendo de la pandemia”, pero más alejado de eso significa que tratamos de volver a una cotidianidad, que “estamos saliendo con la pandemia”.
Es de suma importancia que para el regreso a esta “nueva normalidad” se aumenten las medidas de seguridad, contribuyendo a que sean medidas preventivas eficaces, y que representen una verdadera barrera, tanto con los individuos, la familia, la comunidad, como en los entornos en los que se desenvuelven día a día.
Aprender a vivir de forma distinta a la que acostumbramos no es tarea fácil, y aun al hacerlo estamos exponiendonos si no tomamos las medidas de seguridad necesarias, siendo el principal reto de esta nueva normalidad: NO tener un nuevo pico epidémico. Pero regresar a nuestras actividades cotidianas es necesario, y hacerlo de forma responsable y segura es nuestro deber.