Al dormir y pasar toda una noche sin que el cuerpo reciba ningún tipo de sustancia nutritiva, el cuerpo entra en una situación metabólica bien conocida por todos como “ayuno”. Esto se refiere a que en ese momento el organismo buscará producir sus propios sustratos energéticos para asegurarse de que todos los órganos funcionen correctamente, y en especial para asegurar el metabolismo cerebral.
Todo este proceso que realiza el cuerpo durante el ayuno no es más que su forma de sobrevivir a largos periodos en los que no recibe alimento. Es por ello que se considera el desayuno como la comida más importante del día.
Pero, ¿qué pasa si no hacemos el desayuno? Esto puede traer consigo muchas consecuencias graves para el organismo, siendo de los más importantes los riesgos cardiovasculares.
Según la Revista Española de Cardiología en un estudio publicado, el no desayunar genera importantes riesgos cardiovasculares que se deben tener en cuenta, como por ejemplo que puede traer consigo un incremento del 27% en la incidencia de infartos, y la tendencia a aumentar el consumo de tabaco.
Es por eso que para evitar estos riesgos es necesario consumir un desayuno balanceado de forma regular. Un buen desayuno debe contener tanto carbohidratos como proteínas que el cuerpo requiere después de haber estado en ayuno toda la noche.
Existen hoy en día muchas opciones y miles de combinaciones que se pueden hacer para crear un buen desayuno que cumpla con los requerimientos de tu cuerpo a la hora del desayuno para recargar energía. Un ejemplo de un buen desayuno puede ser una rebanada de pan integral tostado con huevos revueltos, o una taza de avena cocida con chocolate o cacao.
Ciertamente, realizar un buen desayuno es la clave para empezar un gran día y darle a tu cuerpo los nutrientes que necesita para su buen funcionamiento. Es por ello que es importante que evites ciertos errores a la hora de hacerlo como por ejemplo: Poner demasiada azúcar en las bebidas o comida, olvidarte de la hidratación, no incluir carbohidratos de digestión rápida como frutas, y no consumir fibra.
Al dormir y pasar toda una noche sin que el cuerpo reciba ningún tipo de sustancia nutritiva, el cuerpo entra en una situación metabólica bien conocida por todos como “ayuno”. Esto se refiere a que en ese momento el organismo buscará producir sus propios sustratos energéticos para asegurarse de que todos los órganos funcionen correctamente, y en especial para asegurar el metabolismo cerebral.
Todo este proceso que realiza el cuerpo durante el ayuno no es más que su forma de sobrevivir a largos periodos en los que no recibe alimento. Es por ello que se considera el desayuno como la comida más importante del día.
Pero, ¿qué pasa si no hacemos el desayuno? Esto puede traer consigo muchas consecuencias graves para el organismo, siendo de los más importantes los riesgos cardiovasculares.
Según la Revista Española de Cardiología en un estudio publicado, el no desayunar genera importantes riesgos cardiovasculares que se deben tener en cuenta, como por ejemplo que puede traer consigo un incremento del 27% en la incidencia de infartos, y la tendencia a aumentar el consumo de tabaco.
Es por eso que para evitar estos riesgos es necesario consumir un desayuno balanceado de forma regular. Un buen desayuno debe contener tanto carbohidratos como proteínas que el cuerpo requiere después de haber estado en ayuno toda la noche.
Existen hoy en día muchas opciones y miles de combinaciones que se pueden hacer para crear un buen desayuno que cumpla con los requerimientos de tu cuerpo a la hora del desayuno para recargar energía. Un ejemplo de un buen desayuno puede ser una rebanada de pan integral tostado con huevos revueltos, o una taza de avena cocida con chocolate o cacao.
Ciertamente, realizar un buen desayuno es la clave para empezar un gran día y darle a tu cuerpo los nutrientes que necesita para su buen funcionamiento. Es por ello que es importante que evites ciertos errores a la hora de hacerlo como por ejemplo: Poner demasiada azúcar en las bebidas o comida, olvidarte de la hidratación, no incluir carbohidratos de digestión rápida como frutas, y no consumir fibra.